Que la belleza que transmitáis a las generaciones del mañana provoque asombro en ellas.
Carta a los artistas, Juan Pablo II.

Haced cosas bellas pero, sobre todo, convertid vuestras vidas en lugares de belleza.
Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12-5-2010, Benedicto XVI.

lunes, 12 de abril de 2010

Un encuentro en el camino

Queridos amigos. Disculpad que haya tardado tanto en escribir una nueva entrada (si es que alguien la esperaba), pero ya os advertí que no serían demasiado frecuentes. Me propuse ser breve, pero ya sabéis que los propósitos no siempre los cumplimos, incluso creo que he empeorado respecto a esto… (haced las paradas que consideréis oportunas).
Esta entrada que os presento ha desplazado a la que iba a ser la segunda, pero la otra también aparecerá en algún momento, no sólo porque ya está comenzada sino también –y especialmente por esto- porque se la debo como mínimo a una persona.
Bueno, comienzo con la nueva entrada.
Como sabréis, porque os habrá sucedido más de una vez, cuando uno se encuentra caminando, bien por la calle, bien por la montaña… bien por la vida, a veces se producen encuentros. Estos encuentros no siempre los buscamos, sino que en ocasiones pueden parecer “fortuitos”, “casuales”… y digo “pueden parecer” porque no creo demasiado en la casualidad… creo más en la providencia… No sé vosotros, pero yo no dejo de sorprenderme de los encuentros inesperados que te transforman la vida, que te cambian, que te hacen ver la realidad desde una perspectiva enriquecedora a la que nunca te habías aproximado… Pensad en vuestras parejas (o en aquello que da sentido a vuestros pasos…): ¿podrías haberos imaginado algo así en vuestras vidas? Quizás más de uno dirá que “sí” (¡felicidades!)… pero yo, personalmente, respondería que no… que no podría habérmelo imaginado, puesto que es algo tan grande que ni merezco ni he buscado: es un regalo, un tesoro que se me ha dado, que yo no podría darme a mí misma. Algunos sabréis de que hablo y otros menos, pero bueno, esto no lo escribo para que nadie sepa de mí, sino para que cada uno valore la riqueza, la belleza, el tesoro, que está presente en su vida… o que lo busque…
Este fin de semana he estado en Madrid en un encuentro cultural que se denomina “Encuentro Madrid”. Podría haber pasado por allí escuchando sin más y salir de allí tal y como entré, pero en este caso probablemente el encuentro (y pese al nombre de este acto) no se hubiese producido, al menos no para mí. Lo que quiero decir es que “coincidir” no es “encontrarse”, no sé si estaréis de acuerdo conmigo… Para que el encuentro tenga lugar hace falta algo más, hace falta el ánimo de escuchar, de compartir, de acompañar… de pararse y de caminar juntos.
El Encuentro Madrid de este año (no sé cuántos años lleva celebrándose, pero ya son varios) tenía como lema “Si los hombres no construyen, ¿cómo vivirán?” (T.S. Eliot)… ¿Os lo habéis planteado? Conozco personas (y creo que yo soy una de ellas) que ante las tristezas del mundo, la pobreza (no sólo material), la soledad de tantos, la falta de un todo, etc… se lamentan y se dicen “¡qué pena! Qué pena porque no podemos hacer nada…”; también sé que existen personas que ante lo mismo ni siquiera sienten dolor, compasión (o al menos no lo parece)… sino que se dicen “yo estoy bien y eso me basta…”. Pues bien, en estos días en Madrid no me he encontrado con estas personas, sino con personas que ante estas realidades (que muchas veces están presentes en sus vidas de forma muy palpable) han dicho: puedo seguir, puedo seguir porque nadie me puede impedir mirar al cielo, puedo porque existe una compañía, puedo porque he sido mirado, porque he sido amado… y porque puedo mirar, porque puedo amar… y entonces han empezado a construir… (yo por aquí hubiese puesto algunas mayúsculas, pero que cada cual las ponga donde considere). Creo que éste es el resumen de muchos de los testimonios que he escuchado… Me gustaría poder hablaros de cada uno, pero tendría que pedirme unos días más de vacaciones y creo que no va a ser posible.
Las intervenciones han sido diversas… Se ha hablado de la labor de una ONG llamada CESAL en Haití (país en el que ya estaba presente antes de la tragedia… o drama…), se ha hablado de la crisis económica, de la educación, de la universidad, etc. Yo voy a citar a cuatro personas: Solzhenitsyn, Mario Melazzi, el Padre Aldo Trento y Tim Guénard. Muy brevemente hablaré de cada uno, para que no se quede todo en el aire.
Sobre Solzhenitsyn (escritor, autor de obras como “Archipiélago Gulag”) intentaré escribiros en otra ocasión, puesto que no he podido todavía leer la exposición (tengo el catálogo, así que lo haré en cuanto pueda). De todos modos, os dejo unas palabras que dan que pensar y que pone en boca de un personaje en una de sus obras: “intentad comprender y transmitir a vuestros superiores, que vosotros sois fuertes solamente en la medida en que no quitáis a los hombres todo. Pues cuando habéis quitado todo a un hombre, ya no está en vuestro poder, es de nuevo libre”.
Creo que no debo escribir mucho más, porque ya os veo bostezando. Resumiré: Mario Melazzi, el Padre Aldo y Tim Guénard han vivido situaciones muy difíciles en sus vidas. A Melazzi, oncólogo, le fue detectada una esclerosis lateral amiotrófica que le tiene ya postrado en una silla de ruedas, con una movilidad muy limitada… La desesperación le llevó a solicitar a una asociación el “suicidio asistido” (eutanasia), pero la respuesta afirmativa y muy deshumanizada de esta asociación le “despertó”. Planteó y os planteo esta pregunta: ¿equivale una mayor calidad de vida a una mayor dignidad de la persona? El Padre Aldo y Tim Guénard, a raíz de sus experiencias de sufrimiento, de abandono, de soledad y de su encuentro con el amor, han sido capaces de “renacer” y hoy ambos tienen en marcha casas de acogida, el primero en Paraguay y el segundo cerca de Lourdes… Es común a todos la necesidad de una compañía, de un abrazo, del amor (de un amor que salva)… para seguir caminando.
Siento daros sólo unas pinceladas, pero no tengo tiempo para más y supongo que vosotros tampoco... Si alguien quiere saber un poquito más que me lo diga (no sé mucho pero puedo informarme y contaros).
Para quien se haya saltado todo hasta el último párrafo, os resumo: “Si los hombres no construyen, ¿cómo vivirán?”… Y la respuesta que puedo daros después de estos días es: construyamos, no nos cansemos de construir… porque no sólo nuestra vida, no sólo nuestra felicidad, no sólo nuestro bien, sino el de nuestras familias, amigos, compañeros… el de todos, está en nuestras manos… Y esto no significa que todo dependa de nosotros -¡para nada!-, porque hay una mirada que nos salva… y porque gracias a esa mirada podemos hacer participes a otros de esta salvación (nuevamente, hubiese puesto alguna mayúscula...).
Gracias por llegar hasta el final (o por intentarlo…). Volveré a proponerme ser breve, pero no prometo nada…