Que la belleza que transmitáis a las generaciones del mañana provoque asombro en ellas.
Carta a los artistas, Juan Pablo II.

Haced cosas bellas pero, sobre todo, convertid vuestras vidas en lugares de belleza.
Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12-5-2010, Benedicto XVI.

miércoles, 29 de junio de 2011

Que 9 años no es nada... ¿?


Quería regalarte algo, algo que valiese la pena, pero no lo he encontrado o no estaba a mi alcance... Estaba preparada para salir en su búsqueda, pero lo estaba buscando fuera... Cuando tenía ya puesto el bolso, el bonobús preparado y los cascos para escuchar música en el trayecto, me ha venido este pensamiento: “su regalo lo tienes aquí, está en tus manos y está en tu corazón”. Por esta razón, ahora escribo, con la consciencia de que ha sido nuestro Jefe el que ha querido que este sea tu obsequio, mejor o peor, más o menos valioso, pero que sea tu obsequio y, si quiere, el de los que han vivido, viven y vivirán con intensidad su llamada al sacerdocio.

Hace 9 años que te ordenaste. Sé la hora exacta, me la has dicho y procuraré no olvidarla. Sabes que ese minuto lo he pasado rezando por ti especialmente, con el Rosario sujeto en mi mano. Un minuto en mi trabajo, “tan sólo” un minuto, me ha bastado para decirle a Dios lo que deseas: ese ha sido el mayor regalo que podía hacerte, un tiempo de oración especialmente intensa por ti, por tu santidad. “Señor, que no sea ‘sólo’ un buen sacerdote, sino que sea un sacerdote santo”. Sé que nuestro Jefe no pasará por alto esta oración, puesto que no hay instante de oración y de ofrecimiento que se pierda. Además, estoy tranquila, porque sé que Él multiplicará el valor de este tiempo hasta hacerlo Suyo: entonces no será un minuto de oración, sino que será oración eterna, en comunión con toda la Iglesia del Cielo y de la tierra. Confío en que Él así lo hará. Al tiempo que escribo esto, te encomiendo de forma especial al beato Juan Pablo II, para que sea tu intercesor ahora y siempre ante el Señor.

Quizás te preguntas porqué escribo en abierto, aquí en mi blog. Lo hago para agradecerte en público tu entrega y agradecer su entrega a todos los sacerdotes del ayer, del hoy y del mañana. En estos tiempos, en los que tantas personas dentro y fuera de la Iglesia han sufrido por los horrores que hemos cometido los que formamos el cuerpo de Cristo, los más “sonados” por algunos sacerdotes, creo que es necesario decir GRACIAS POR SER UN BUEN SACERDOTE. Sé que si me replicases, podrías decirme que no lo eres. Yo no lo sé, pero a los hechos me remito. Hago extensible este AGRADECIMIENTO a todos los sacerdotes que lucháis cada día por ser más de Cristo. No es una cuestión de voluntad, ¿verdad? Si fuese cuestión de voluntad, acabaría muriendo: es una cuestión de corazón, de corazón enamorado. Así lo veo yo, así creo que lo ves tú (podemos “discutirlo” si quieres ;-) ).

GRACIAS POR SER UN BUEN SACERDOTE… Y no quiero decir que los buenos sacerdotes estén libres de toda culpa y pecado… ¿Hay alguien en esta nuestra Iglesia que lo esté? Probablemente no, o casi que no… Me encantan estas palabras que el hermano Rafael le escribió a su tío: “tú me has enseñado una cosa muy importante y que te la he oído decir muchas veces: que a Dios se va por muchos caminos y de muy distinto modo; unos volando, otros andando y otros, la mayor parte, a tropezones, y así como lo quiere Dios, pues así lo quiero yo”. No sé cuál es tu modalidad, la mía es “a tropezones” y así la quiero (aunque alguna vez he volado pero, eso sí, con Ryanair, y también andado, pero con una pesada mochila a mis espaldas...). Lo importante es que tenemos claro nuestro destino, nuestra meta, y tenemos a quienes nos han precedido… y, sobre todo, tenemos a Quien nos lleva de la mano a través de tantas personas y de tantos signos y a través de su Presencia real y viva entre nosotros. GRACIAS porque con frecuencia tú has sido y eres ese instrumento del Jefe en mi vida, levantando esa mochila que tanto me pesa, sobre todo cuando he tropezado.

No quiero extenderme mucho más, porque si no ¡no tendrás tiempo para leerlo y yo no llegaré a tu Misa! Pero tampoco quiero dejar de citar nuevamente unas palabras del hermano Rafael:

“Había una vez un ‘tonto de circo’ que cada vez que entraba en la pista se caía..., iba de aquí para allá, arrastrando sus enormes zapatos y con grandes esfuerzos lograba arreglar la esquina de la alfombra. Cuando ya creía que estaba bien, tropezaba en ella..., la volvía a arrugar y se caía y sudaba. (…) Yo conozco a un monje trapense que en la Trapa hace igual que el «tonto del circo», toda su actuación se reduce a un «hacer que hacemos», arrastrando los pies y secándose el sudor.

Este pobre hombre hace reír a los ángeles que contemplan desde el cielo el espectáculo del mundo y, aunque no hace los arriesgados trabajos de los demás artistas, ni da saltos mortales, ni volteretas en el trapecio..., ¿qué más da? ¡Si no sabe más que desarrugar las alfombras y con ello se gana los aplausos de los ángeles!”.

No te he copiado estas palabras para llamarte “tonto” (¡eso te lo diría a la cara! ;-) ), sino porque son también palabras que me alegran el corazón y me sacan una sonrisa… y por responder a lo que tú mismo dices a veces. No te considero ni “tonto” ni “loco” (¡corrígeme si me equivoco :-P!), pero sí que considero que más de una vez te has ganado y te ganarás el aplauso de los ángeles… Y POR ESO TE DOY GRACIAS Y LE DOY GRACIAS AL BIG BOSS PORQUE HAYA SACERDOTES COMO TÚ.

Te encomiendo en la fecha de hoy, aniversario de tu ordenación, Solemnidad de San Pedro y San Pablo, a estos apóstoles y a todos los santos que con su vida han sembrado de sonrisas el Cielo y la tierra. De sonrisas: ¡qué grandes frutos!

Esto es todo lo que hoy puedo regalarte. Mañana Dios dirá.

FELICIDADES Y... ¿TE HE DICHO YA QUE GRACIAS?

Pd. Para todos los sacerdotes de todos los tiempos y para todos los que viven entregados al Big Boss (quizás sin saberlo).

lunes, 20 de junio de 2011

Vivir en 2.0

Saludos desde el universo 2.0. Llevo tiempo sin escribir en este blog, pero no por ello he dejado de vivir en 2.0 (bueno, un poco sí, necesitaba “desconectar”). Quizás te preguntas: ¿de qué me hablas? Web 2.0, me suena pero ¿a qué te refieres cuando dices que vives en 2.0?

Desde hace algunos años el 2.0 ha ido invadiendo nuestro lenguaje en el campo de la tecnología. Pero 2.0 es (corríjanme los expertos) más una forma de hacer la red, de vivir la red, que una nueva tecnología (que también). En la web 2.0 el centro está en ti y en mí, en los usuarios finales: ¡en todos! Por eso me gusta vivir en 2.0, porque me permite hablarte y escucharte (¡imprescindible para aprender!), porque me permite… ¡interactuar en la red! Quizás es esto lo que el 2.0 ha traído a la red: ¡MÁS VIDA! Tú y yo ya no somos usuarios pasivos, sino que somos usuarios activos, ¡vivos! Para mí el cambio es importante, puesto que queda abierto un espacio para el diálogo en sus múltiples posibilidades: redes sociales, blogs, nuevas plataformas donde compartir nuestras creaciones (fotos, videos, presentaciones, escritos…), Wikipedia, nuevas posibilidades empresariales y en el campo de la salud, etc.

Hace algo más de un año que participo activamente en la red con este blog, con cuentas en facebook (personal y blog) y, las más recientes, en twitter (personal y blog) y también en linkedin. Hoy te quiero hablar de mi historia 2.0, qué he ganado, qué he aprendido, y quiero hacerlo porque ¡CREO EN INTERNET ;)!

Antes que nada, planteo una pregunta: “Internet, ¿ángel o demonio?” Imagino que tú estarás pensando lo mismo que voy a decir: depende del uso que se le dé, se puede usar para hacer mucho bien, para compartir desinteresadamente, para difundir lo que puedes ofrecer, para dialogar (Revaloria, Manos Unidas, Cesal, Wikipedia, etc.) pero también para lo contrario. El papel de internet es también fundamental –y en auge- para las empresas, universidades o cualquier institución. Creo que cada día es más cierta esta afirmación: “o estás en internet, o no estás”. Evidentemente, no quiero decir con ello que tu valor o el valor de tal o cual persona o institución sea mayor o menor por estar o no en la red, pero responde con sinceridad: cuando buscas una respuesta, un producto, un servicio, ¿dónde lo buscas? Mi primera respuesta es: en internet. Sí, en internet, si bien compaginando o contrastando mi búsqueda con mis amigos. Sin duda, es importante que cada persona haga un uso responsable de la red y, por tanto, que padres, educadores, jóvenes y adultos sepamos cuál es el valor de la red y hasta dónde llega…

Yo me quiero centrar hoy en lo positivo que me ha traído mi vida en 2.0 y quiero destacar un punto que me parece imprescindible en nuestro papel en la red: la autenticidad. Yo soy la misma persona (o lo procuro) aquí cuando estoy escribiendo una entrada en mi blog, o un tweet, o lo que sea, que cuando estoy en mi trabajo, con mis amigos, con mi familia. No puede haber una doble vida ni una vida paralela: mi “avatar” de internet y mi “verdadero yo”… No es una cuestión nueva, pues es algo que ha sucedido siempre: hay quien vive sin mostrar su verdadero rostro o quien vive “vidas paralelas”. Puede que internet facilite o dé nuevos cauces a estos hechos, no hay que ir demasiado lejos para darse cuenta: estafas, redes pederastas, falsas noticias, rumorología, etc.

Creo que para vivir una verdadera vida 2.0 debemos empezar por vivir una vida verdadera… Aquí entran discusiones sobre la edad, sobre los contenidos, sobre los derechos de autor y mil cosas más. ¿Quieres una verdadera vida 2.0? Defínete: ¿quién eres tú? Y actúa, escribe, dialoga, en consecuencia… ¡y con respeto!

A fecha de hoy y probablemente para siempre, tengo en mente esta pregunta: ¿quién soy yo? Tengo algunos datos concretos, otros que he ido narrando en algunas entradas de este blog, pero mantengo abierta siempre las preguntas: ¿quién soy yo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué y para qué tengo delante este portátil y esta conexión a internet? ¿Por qué tengo estos amigos? ¿De dónde me viene todo esto? ¿Qué aprendo? Son preguntas que de forma consciente unas veces y otras menos, he de responderme cada vez que actúo en mi día a día. Y como parte de mi acción, está mi participación en la web.

Por el deseo de compartir estas preguntas, de lanzarlas al mundo, de buscar respuestas… por el deseo de infinito –sí, ¡de infinito!- me abrí a la red: así comenzó mi blog, así un día abrí una cuenta en facebook (esto fue menos consciente, lo reconozco) y así he abierto recientemente (y conscientemente) mis cuentas de twitter. Así también, porque mi trabajo también forma parte importante de mi vida, abrí mi cuenta en linkedin. Por el mismo deseo me he puesto en contacto con algunas personas, por ese deseo he conocido nuevos amigos, por ese deseo más de una vez alguien conocido o desconocido me ha dado las gracias por cualquier entrada de este blog o por alguna frase concreta… Por ese deseo respondí al concurso “¿Cómo has descubierto a Dios?” del portal Catholic.net, tras haber leído su anuncio en Zenit.org, hasta ver mi testimonio publicado en un libro… Por ese deseo de enriquecerme en lo personal, de dejar caer las fronteras y las barreras que puede que nos separen en el tiempo, en la distancia o en la cultura, escribo hoy esta entrada…

Mi vida en 2.0 no es una “vida aparte” sino un aspecto de mi única vida, de la vida verdadera que procuro vivir cada día: una vida que si se reduce a la red se reduce muchísimo, pero si le quito la red te pierdo a ti. Me interesa preguntarte: ¿qué buscas en internet? ¿Qué haces en internet? ¿Qué vives en internet? ¿Qué te ayuda en internet? ¿Cómo es tu vida 2.0?

Hace unos meses una persona me dijo: "estoy descubriendo la verdad de la fe a través de tu autenticidad". El "mérito" no es mío, pero aprovecho la frase para lanzar esta petición: si tú también vives en 2.0, sé auténtico, sé tú mismo, con apertura y respeto: el mundo -y tú mismo- te lo agradecerá.