Querido Santo
Padre,
Quedan menos de
dos horas para su renuncia. Yo le acompañaré en ese momento,
desde mi sitio, con un tiempo de oración, de silencio y celebrando la Eucaristía por usted.
Quisiera haberle
escrito más y mejor para darle las gracias por todos estos años en los que nos
ha guiado como buen Padre, pero el ánimo y el tiempo me han robado las
palabras. Por eso, sólo voy a decirle “¡GRACIAS SANTO PADRE!”. Este
agradecimiento encierra todo el respeto y el amor que le tengo. Le seguiré
acompañando en la oración, ahora y por siempre.
Gracias por
seguir con humildad la voluntad del Señor, por mostrarnos su humanidad, por entregarnos
lo mejor de sí mismo, por tantas y tantas cosas.
Deseo que su vida
siga siendo un lugar de Belleza. Su oración seguirá sosteniendo a la Iglesia, sin duda, no le perdemos, sino que por la gracia de Dios tendremos una ganancia mayor.
Pido también por
su sucesor.
No puedo decir
más… Sólo una y mil veces gracias. Con usted he experimentado, pese a todos mis pesares, el ciento
por uno en la tierra.
Ofrezco mi dolor
por usted, por su sucesor y por toda la Iglesia.
Ultreia et
Suseia!