Que la belleza que transmitáis a las generaciones del mañana provoque asombro en ellas.
Carta a los artistas, Juan Pablo II.

Haced cosas bellas pero, sobre todo, convertid vuestras vidas en lugares de belleza.
Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12-5-2010, Benedicto XVI.

lunes, 24 de febrero de 2020

Un mundo de contrastes: coronavirus y la mayor sorpresa.


Contrastes | Warein | Flickr
La semana pasada me trajo algunas sorpresas con el archiconocido y renombrado virus que muy poco tiempo atrás nos acompañaba en la distancia.
He pasado la última semana entre Lombardía y Véneto, aunque ahora escribo desde Madrid. Mi primera sorpresa fue que nada más bajar del avión Madrid-Bergamo los pasajeros nos encontramos a dos personas "aisladas" en verde y equipadas con mascarilla que nos tomaban la temperatura guardando la distancia cautelar. Me resultó extraño y desproporcionado, hasta que pocos días después llegó la segunda sorpresa: el "estallido" del coronavirus en el norte de Italia.

Italia ha tomado medidas drásticas ante la llamativa aparición del coronavirus. Regiones enteras como Lombardía y Véneto, han cerrado universidades y colegios al menos durante esta semana, cancelado eventos deportivos, suprimido funciones religiosas (incluyendo las celebraciones religiosas cotidianas como la misa) y cualquier cosa que pueda suponer una aglomeración de personas. La cotidianidad ha cambiado, las mascarillas se han revalorizado y los productos desinfectantes para la casa siguen su mismo camino. La magnitud de las medidas me llama mucho la atención y no me atrevo (aunque no dejo de pensarlo) a juzgarlas como "desproporcionadas". Las autoridades han decidido cortar por lo sano, cosa que la sabiduría popular de generaciones puede avalar y alabar con su "más vale prevenir que curar". Más vale, sí, pero cuidado con el histerismo que puede ser difícil de curar.
¿Tercera sorpresa? El contraste. Al aterrizar ayer desde Bérgamo en Madrid no pasó nada, nada de nada de nada. Ni siquiera un inofensivo -aunque probablemente inefectivo- control de temperatura.

A decir verdad una cosa sí sucedió: coincidí en el avión con un grupito de grandes amigos a los que hacía tiempo que no veía y al encontrarnos en Barajas nos saludamos sin guardar ninguna distancia de seguridad. Aunque poco o nada tenga que ver este encuentro con el coronavirus, fue sin duda la mayor de las sorpresas. La mayor. Porque hay amistades, relaciones, que superan cualquier tiempo y cualquier distancia y que le dan valor a cada instante, también a este. ¿Quién nos separará?

Del coronavirus nos queda esperar que siga sin pasar por estas tierras. Pero en cualquier caso no dejemos de esperarlo todo, todo -¡Todo!- a través de las circunstancias que se nos presentan en esta vida de aventuras. Así sea.