Que la belleza que transmitáis a las generaciones del mañana provoque asombro en ellas.
Carta a los artistas, Juan Pablo II.

Haced cosas bellas pero, sobre todo, convertid vuestras vidas en lugares de belleza.
Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12-5-2010, Benedicto XVI.

domingo, 2 de mayo de 2010

Belleza en tus pasos

E’ bella la strada per chi cammina,
è bella la strada per chi va,
è bella la estrada che porta a casa
e dove ti aspettano già.


Estas palabras me las regaló no hace mucho una amiga. Supongo que vosotros, que tenéis más cultura que yo, las entendéis… Pero por si acaso voy a daros la traducción para que nadie se quede sin saber qué dicen estos versos y para ahorraros la tarea de buscarla. Dice así:
¡Qué hermoso es el camino para quien lo recorre, qué hermoso es para quien avanza! ¡Qué hermoso es el camino que lleva a casa, donde ya te esperan!
Esta entrada es un regalito para una muy buena amiga que planteó la cuestión de si resulta fácil ver la belleza en nuestro propio camino. A medida que pienso sobre el tema se me vienen a la cabeza más “ideas” y también más dificultades para explicar lo que quisiera deciros. Por ejemplo, una de las primeras preguntas que me planteo es: ¿qué es la belleza? Supongo que ninguno de los que leéis esto definiría belleza de la misma manera, aunque detrás de cada definición, en “el fondo” de cada definición, tendríamos la misma fuente. Yo voy a intentar expresar qué entiendo por belleza, pero ya os digo que muy probablemente lo que entiendo hoy por belleza no será lo mismo que entienda mañana… y esto no sucederá porque la Belleza (permitidme una mayúscula) cambie, sino porque yo –eso espero- cambiaré…

¿Qué es la belleza?
Quizás la primera cuestión que debemos resolver antes de enfrentarnos a esta pregunta es: ¿qué es para mí la belleza? No quiero recurrir a ninguna fuente para responder a esta pregunta, sino que intentaré hacerlo de un modo personal con el riesgo que a veces ello conlleva. En una primera aproximación, yo diría que la belleza es la cualidad que poseen las cosas que me atraen. Sin embargo, esta definición de belleza implica una “completa” subjetividad (completa entre comillas porque la Belleza que nos atrae a todos es la misma…). La subjetividad entra cuando esa Belleza la buscamos en las cosas que tenemos más a nuestro alcance, en las cosas que participan de la Belleza o a veces, cuando nos equivocamos, en cosas que nos parecen atractivas pero que no son realmente bellas… Creo que me estoy “abstrayendo” así que voy a intentar bajar un poquito a la tierra…
Bien, ya estoy pisando el suelo, aunque quizás alguno después de leer lo que viene a continuación seguirá creyendo que todavía estoy en la luna…
No sé a vosotros, pero a mí me encanta escuchar música clásica, me apasionan los buenos libros, me fascinan las obras de arte (y todo esto a pesar de que no sé nada sobre estas cosas)… Está claro que estás cosas que enriquecen nuestra vida no se han hecho solas: ¿quién las ha creado? Detrás de toda pieza, de toda obra ingeniosa, maravillosa… ¡hay un artista! Tal cuadro no se pintó solo, ni tal canción se escribió ni se cantó sola, ni no hubo arquitecto alguno detrás de una construcción maravillosa… ¿Cómo pensar, pues, que la mayor obra de arte, que es el Universo, que es la Tierra, que es la vida, que eres tú se crearon solos…? Para mi es evidente que no, que hay “algo” detrás de todo esto, pero no era evidente hace un tiempo… Para mí es evidente ahora que existe una fuente de toda esta belleza… Para considerarlo podría servirnos pararnos por un momento a contemplar tantos y tan hermosos paisajes, a escuchar el sonido del silencio o piezas musicales extraordinarias creadas por esos artistas creados… ¿Qué pensáis?
A mí la Belleza empezó a cautivarme hace 6 años, antes quizás “sólo” me cautivaba la belleza… Para mí todo empezó recorriendo el camino, en este caso el Camino de Santiago… Imagino que muchos de vosotros ya lo habréis hecho y a los que no os animo a hacerlo, os animo a no perder esta OPORTUNIDAD y os recuerdo que este año 2010 es año Jacobeo. Ahora no sé expresarlo bien, pero en el camino pude ver lo que le da nombre a este blog: “la belleza del camino”. Y me supo “a poco”. ¿Os digo por qué? Porque me faltaba una mayúscula: ¡”sólo” por eso! Eso sí, la mayúscula se la puse –o más bien se puso- al llegar a la Catedral de Santiago…
No sé si os habéis perdido con lo que digo o si lo habéis vivido, no sé si me he explicado o si no se ha entendido nada… Igual yo lo entiendo porque forma parte de mí, pero quisiera hacéroslo llegar de alguna manera… Quisiera hacéroslo llegar sobre todo por si a alguien le ayuda, aunque sea sólo a uno y aunque sea sólo un poco…
Creo que no he aclarado qué es la belleza, pero lo importante no es que en esta entrada lo aclare o no, sino que nos despertemos los que no estamos despiertos y abramos los ojos para ver que realmente la belleza –la Belleza- nos acompaña… Y esta es tarea de cada uno.

¿Es fácil ver la belleza en mi camino?
Después de esta “introducción”, que yo hubiese querido “breve” pero que ya sabéis –los que habéis leído alguna otra entrada- que la brevedad en estos casos me cuesta encontrarla, voy a intentar responder a mi queridísima amiga (ya siento llamarte queridísima, cabecita loca ;) ) que preguntó: "¿crees que es fácil que cada persona vea la belleza de su camino?" Yo diría, resumiendo, que se puede ver, pero en cuanto a la “facilidad” tengo más reservas. Creo que esta “facilidad” no surge de un día para otro, sino que requiere un tiempo -menor o mayor y puede que abarque toda la vida- de trabajo. Si alguien puede decirnos que sí que es fácil y porqué ruego que lo haga…
Voy a intentar hacer un paralelismo. Cuando yo era joven (esto es, cuando tenía 20 ó 21 años...) acostumbraba a subir una montaña (más bien montañita, pero dejémoslo en montaña) cada mes. Cuando llegaba al pie de la montaña y observaba el paisaje de alrededor me decía: “¡qué ilusión! ¡qué bien! ¡qué gran día que vamos a pasar!” Luego levantaba la cabeza y miraba la cima… ¿Qué pensáis que decía? Bueno, pues no decía “Mejor me quedo aquí abajo y que me recojan luego”, sino que quería empezar, ¡empezar a subir! Y empezábamos. Un paso, otro paso, mirada a un lado, mirada al otro, unas palabras a algún acompañante, una flor preciosa, el silencio y sus palabras… Todo estupendo, pero cuando ya había avanzado unos metros –a veces más, a veces menos- y empezaba a estar cansada y a tener sed y se me había acabado el agua y comenzaban a oírse los “suspiros” de algunos y los míos, de repente esta idea surgía en mi cabeza: “Esta es la última vez, la última de verdad, que subo una montaña”. Y así, con la idea de “es la última vez”, continuaba subiendo, un paso y otro paso… pero ya no estaban las miradas a uno y a otro lado, ni las flores, ni las palabras… ¿Me explico? En esta subida, tras un tiempo, me había “olvidado” de contemplar la belleza que nos rodeaba y concentraba todos mis esfuerzos, mirando al suelo, en seguir dando pasos para llegar a la cima… y me perdía lo mejor de la subida, me perdía la belleza del camino. Afortunadamente la cima llegaba y desde arriba todo se veía distinto: “había valido la pena todo, con tal de estar allí”. Quedaba bajar, pero esa es otra cuestión. Y esto se repetía siempre, cada mes, y me olvidaba de lo difícil que había sido la vez anterior para poder volver a subir y contemplar el paisaje, la belleza, desde arriba.
Creo que esta explicación de la montaña me es muy útil ahora para responder a mi amiga. Es muy útil porque en la vida puede pasarnos algo parecido, en nuestro propio camino, en nuestros pasos, puede pasarnos algo parecido… Puede pasarnos en las cosas “pequeñas” que emprendemos y puede pasarnos en “general”. Se pasa la ilusión, se pasan las ganas, se pasan los deseos… ¿Y entonces qué? ¿Nos sentamos en una piedra a esperar a que vengan a recogernos o a que pase la vida? ¿Nos sentamos y agachamos la cabeza? No es la solución y eso lo sabemos, pero no siempre vivimos este “saber”. No existe una varita mágica para hacernos levantar la mirada, no existe si no queremos… Pero a nuestro alrededor y pese a nosotros mismos, sigue la música, sigue el arte, siguen las flores, siguen las montañas, sigue la belleza… ¡la Belleza! No siempre es fácil verla, amiga, creo que llevas razón… y si estamos equivocadas que alguien nos lo diga, por favor. No es fácil porque hemos agachado la cabeza, cerrado los ojos, nos hemos tapado los oídos... y estamos tan “desesperados”, tan “asustados”, tan “desanimados”… que aunque queramos, o aunque queramos querer, no podemos… No podemos nosotros, pero sí Ella, la Belleza sí que puede… sí que puede llegarnos. Lo que tenemos que aprender es a mirarLa cuando creemos que no vemos, a escucharLa cuando creemos que no escuchamos, a tocarLa cuando creemos que no tocamos, a sentirLa cuando creemos que no sentimos… y a pedir y a mendigar y a saber decir a quien puede ayudarnos: “oye, ¿puedes mostrarme la Belleza, puedes ayudarme a verLa?”. Y esto, tienes razón, no es fácil: esto es un trabajo, es un trabajo que no se termina en vida…
Se nos puede hacer especialmente difícil cuando “algo” ha truncado nuestras expectativas, nuestros planes… y lo que vemos es que ese camino que recorrían nuestros pasos está “cortado” o que hay un letrero en el que pone “no pasar”… Sin embargo, levantando la vista, vemos que la cima de la montaña sigue ahí, no se ha movido ni un milímetro… ¿Qué quiero decir? Que sí, que ese camino que era nuestro se nos ha hecho inaccesible, intransitable, pero nos ha servido para subir un buen tramo y hemos de mirar alrededor porque seguro –segurísimo- existe alguna otra senda que nos permitirá alcanzar la cima y que nos permitirá, no sin esfuerzo, no sin trabajo, no sin sufrimientos… ¡no sin alegrías!, verlo todo desde “arriba” y decir, finalmente, que todo ha valido la pena con tal de estar ahí.
Quizás todo esto os ha parecido algo abstracto, pero espero que cada uno, si le sirve de algo, pueda aplicárselo. Yo me lo aplico, yo intento aplicármelo.

Porto con me le mie canzoni ed una storia cominciata:
è veramente grande Dio, è grande questa nostra vita!


Gracias por llegar hasta el final.
Queridíiiiiiiiisima amiga, ¿te sirvió? Un abrazo.

10 comentarios:

  1. Inicio los comentarios yo misma...
    Espero que alguien más se anime!
    Bueno, deciros que como bien habéis visto he empeorado nuevamente: esto me ha salido más largo que... Pero nada, como hay dos "capítulos" facilito su lectura en fascículos a quien quiera.
    Y como podéis ver a la derecha en el blog, he creado una dirección de gmail para el blog por si alguien quiere decir algo por mail y no tiene el mio. La dirección es: labellezadelcamino@gmail.com
    Saludos!

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  2. Hola, Lydia!
    Eres una escritora! mejor aún porque hablas de tu experiencia. Me ha gustado muchísimo!!! No me he aburrido, para nada.
    Me dan ganas de re-enviarlo a algunos amigos, puedo?
    Abz.

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  3. Hola Sara, me alegro de que te haya gustado y de que no te hayas aburrido...
    Por supuesto que puedes reenviarlo, ahí está a tu disposición.
    Un abrazo,
    Lydia

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  4. Para los que tenéis la revista Huellas: ¿habéis leído Página Uno de la revista de marzo? Yo acabo de leerlo hace cosa de una hora, voy con retraso...
    Para los que no la tenéis, os dejo aquí un link por si os interesa:
    http://www.revistahuellas.org/default.asp?id=339&id_n=1375&pagina=1
    Saludos a todos.

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  5. mi muy querida amiga. queridísima!jejeje. gracias por este regalo. has conseguido tocarme, gracias otra vez. yo también descubrí la Belleza hace algo más de 6 años (tranquila no te voy a contar mi historia). y muchas veces, demasiadas, no he apreciado la belleza del camino que recorría. la gente que me acompañaba me iba comentando la belleza que nos rodeaba, pero aunque la apreciaba no era capaz la mayoría de las veces de conmoverme. tenía más prisa por recorrer el camino que por ver su belleza.ahora que he cambiado de camino, que otra senda se me abre voy más lenta en mi ascenso a la cima y quiero disfrutar de la Belleza y de la belleza de esta nueva ruta. Gracias por los consejos, quedan apuntados.

    cabecita loca!

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  6. ¡Gracias a ti! Me ha costado tocarte,jeje, pero bueno, ¡objetivo alcanzado! :P
    Camina sin prisa (¡vamos a ello!) y no dejes de conmoverte en cada paso, porque la Belleza no sólo hay que "apreciarla" (cosa que ya nos cuesta a veces): ¡hay que vivirla!
    ¡Sigue tu senda, que la cima sigue ahí!
    Cuenta conmigo, cabecita loca ;)
    ¡Que haría yo sin ti!

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  7. ¿por qué nos costará tanto levantar la mirada? a veces nos empeñamos en andar a fuerza de voluntad pero no somos capaces de poner esa voluntad en elevar los ojos. no sé si es porque esto requiere más que voluntad o por simple rebeldía (que a veces es más fuerte que la propia voluntad), de no querer o de sentirnos incapaces de admirar la belleza de nuestro camino y por eso no levantamos la mirada... "¿para qué?" podemos pensar. ¿qué opinas?
    cabecita loca!

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  8. Cabecita loca, todo lo que dices lo he vivido y todo lo que cuestionas me lo he cuestionado. Supongo que esto forma parte de nuestro camino, del de la mayoría. Ahora no puedo darte una respuesta, no puedo darte "mi opinión". Tengo que pensarlo, ¿ok? Y en cualquier caso cada uno es único y la respuesta a esto puede ser muy personal... Eso sí, todo no depende "sólo" de nosotros, no es "sólo" cuestión de voluntad ni tampoco de rebeldía... Bueno, te responderé cuando pueda. Sé buena ;). Un abrazo!

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  9. Una vez más, ENHORABUENA! M encanta!! Aunque sí, largote,,eh?? ;)

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  10. Gracias Majo... Sí, es largo, evidente... Pero bueno, como sólo escribo una vez al mes pues si repartimos la longitud entre los días de un mes sale a (no voy a contarlas) dos o tres líneas al día, que no estanto, jeje. B7s! ;)

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