Que la belleza que transmitáis a las generaciones del mañana provoque asombro en ellas.
Carta a los artistas, Juan Pablo II.

Haced cosas bellas pero, sobre todo, convertid vuestras vidas en lugares de belleza.
Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12-5-2010, Benedicto XVI.

sábado, 1 de junio de 2013

La cancha



El pabellón estaba repleto, multitudes observaban al gran jugador Paolo, conocido como "el Triple", no sólo por su estatura, sino porque su porcentaje de aciertos en el lanzamiento de triples era tan alto que nadie podía igualarle. A veces fallaba, es verdad, pero su equipo nunca se lamentaba por ello, ni mucho menos se lo reprochaba. Sólo su entrenador lo hacía porque no era capaz, no podía, no sabía o no quería (nadie sabía muy bien las razones) perder un partido ni "saborear", sí, "saborear" una derrota, ni tampoco que sus jugadores pudiesen decidir a veces en la cancha.
No obstante, el vestuario estaba unido y tenían por lema: "Errare humanum est". Ese era su grito en cada entrenamiento, en cada partido, al saltar a la cancha, al dejarla, en cada tiempo muerto, en cada lanzamiento, ¡siempre!
Era el último cuarto del partido pero no sólo eso, el cronómetro marcaba el tiempo que quedaba para el pitido final: 2 segundos. El equipo de "el Triple" iba perdiendo 99-101, pero él, "deformación profesional" quizás, pero positiva, se repetía: "2 segundos son mucho tiempo. Podemos ganar." Se encontraba al borde del área de triples, sin tocarla, podía lanzar un triple, ¡incluso tenía tiempo para pensarlo! Su entrenador le gritaba dejándose la voz desde la banda: "¡¡Fuerza tiros libres!! ¡¡Fuerza tiros libres!! ¡¡Fuerza falta técnica!!"... Los árbitros trataban de impedir que el entrenador interfiriera en el juego. No era un "tiempo muerto": era el partido. "El Triple" no sabía si lo que oía era realmente su entrenador o la voz de su entrenador retumbando, como otras veces, en su cabeza. Tiros libres. Podían igualar el partido y forzar prórroga, con más tiempo para la "remontada"... Más tiempo, más esfuerzo, más tensión, más gritos,... y no había garantía de victoria...
Pasaban tantas cosas por la cabeza de "el Triple" que esos 2 segundos parecían una eternidad, cualquier decisión era arriesgada. Pero el tiempo corría y la pelota estaba en sus manos. Había que decidir y actuar, actuar de inmediato. Su respuesta era un triple: ¡él lo sabía, sus compañeros lo sabían, su familia y sus amigos, que contemplaban desde la grada el partido y esos eternos 2 segundos también lo sabían! Y sí, su respuesta fue un lanzamiento de tres puntos. La pelota botó en el aro de la canasta, volvió a botar y luego pareció quedarse estática sobre el aro... ¿Cuánto tiempo quedaba? Todo parecía "cámara lenta". El equipo contrario saltaba para sacar esa pelota estática del aro, pero no: la pelota no estaba estática, sólo estaba "pensando" hacia dónde dirigirse "¿hacia dentro?, ¿hacia fuera?" Sí, curiosamente ¡decidió la pelota! y decidió entrar.
Pitido final: el equipo de "el Triple" había ganado en el último segundo 102-101 y sus compañeros se abalanzaron sobre él. Todos le apoyaban: "¡Errare humanum est, errare humanum est, errare humanum est!"... ¡Y habían ganado! Pero ese era su lema y nada ni nadie, ni siquiera la victoria, el triunfo, nada, les haría olvidar eso, lo principal de sus vidas: que eran personas, personas humanas y que tanto el ganar como el perder, en cualquier terreno de sus vidas, era completamente humano y que de todo siempre sacaban algo bueno, algo bello: sabían saborear las victorias, pero también las derrotas. ¿Qué era una "derrota" sino una nueva oportunidad? Incluso tal vez, la oportunidad tras la derrota era mayor que tras la victoria...
Su entrenador no fue capaz de, no pudo, no supo, no quiso (¿quién sabe?) mirarle. Sí, había lanzado la pelota de los tres puntos que les habían dado el triunfo, pero no lo había hecho como él -el entrenador- quería... Quizás el entrenador reflexionó, quizás no, nunca transmitía ni un "gracias" ni un "perdón", palabras que para el equipo eran muy importantes. Pero el equipo le miraba con cariño y mientras le miraban se repetían: "Errare humanum est".
Paolo, "el Triple", tras abrazar a sus compañeros se dirigió a la grada. Les miró a todos, a cada uno, con agradecimiento. Todos cabían en su corazón. Luego fue a buscar su rinconcito de la grada. Allí estaban su mujer y sus dos pequeñas, junto con algunos amigos. Parecía que durante el partido habían estado "separados": sus amigos, especialmente sus chicas, en la grada, y él en la cancha... Pero sólo lo parecía, porque en realidad sus corazones estaban fuertemente unidos y esto superaba cualquier distancia. Un partido, 4 cuartos con sus 10 minutos, 2 segundos eternos para decidir... Y decidió la pelota, se decantó hacia dentro, pero él la había lanzado hacia allí y sólo lo había hecho por una razón: porque sabía que sus compañeros, sus colegas, sus amigos, su familia, pasase lo que pasase, estarían con él. Estarían con él, sí, porque para ellos el lema del equipo también era suyo y nada de lo que sucediese podía pasar por encima de lo que "el Triple" era, ni mucho menos una derrota, ni tampoco una victoria, ¡nada! Paolo, "el Triple", estaba por encima de eso: él era una persona que se había cruzado en sus vidas, de una u otra manera, para dar lo mejor de sí mismo. Y eso era lo que él, tanto en los buenos como en los malos momentos, deseaba ofrecerles, con el humano condicionante que todos sabían y que no hace falta que recordemos una vez más, el lema de ese equipo que supo cambiar su historia porque para ellos lo primero era y es la persona.
(Especialmente dedicado a Paolo & Co., no doy más señas.
No quiero dejar pasar tampoco este 1 de junio para felicitar a Rocío y Fran y a Majo y Nacho, ya saben porqué, aunque puede que nunca lo lean, no importa :-) 

Un añadido más, felicito también a Gema en el día de su cumpleaños, se me pasó felictarte, aunque sabía que era tu cumple... Pero bueno, las entradas son editables, así que ahí queda.
Socorro...¡¡¡¡Carlitos!!!! 31 de mayo???? Creo que también me olvidé de ti, perdóname pequeñajo).
Un abrazo.

1 comentario:

  1. Bueno, gracias a Paolo "el Triple", he podido corregir algo fundamental (en serio) en esta entrada: la duración de un cuarto en un partido de basket. Tal y como me ha dicho, la duración de los cuartos es de 10 minutos en España, 12 minutos en EE.UU. Si la habéis leído antes de la corrección, en mi partido los cuartos duraban 15 minutos (lo que viene a ser un cuarto de hora, vamos). La verdad es que anoche hice un poco de "trabajo de investigación" para saber cómo se llaman las cosas en el basket y aprendí algunas cosas, pero lo de los cuartos daba por hecho que eran de 15 minutos... y no, no es así. Bueno, ahora los cuartos del partido en esta entrada duran 10 minutos, he decidido que el partido se juega en España (aunque sólo Dios sabe dónde se está jugando y dónde se jugará). En cualquier caso, Paolo, "el Triple", sigue lanzando canastas de tres puntos todos los días, muchas, con un porcentaje de aciertos muy alto. Eso será así hasta que existan canastas de más puntos... y entonces, lanzará esas. Ciao!

    ResponderEliminar